Capítulos 1 y 2…
Irrumpí sin más en aquella sala, llena de cosas lujosas, sofás y de más, con una expresión ausente...
Había seis personas allí en medio, y se giraron repentinamente, mientras cada rostro formaba una expresión distinta…
Cada uno una… Pero yo solo me fijé en el suyo… En ese rostro tan bonito, que había echado de menos durante tanto tiempo… esos ojos, tan perfectos y llamativos como fueron desde un primer día… Si, seguía igual que la última vez que le vi… Al 100% para ser exacta…
Hubo un momento de miradas entre la gente, todos se miraban, menos el y yo, que manteníamos nuestras miradas unidas…
La mía… La mía era una mirada de espera, y de sentimiento… Mucho sentimiento, por haberle estado esperando…
La suya… Su mirada indicaba desconcierto, amor, y una grandísima alucinación…
Cuatro personas abandonaron la habitación, sin decir apenas una palabra…
La quinta y última, se encontraba de pie, en el mismo sitio que antes…
Avanzó unos pasos hacia el, y girándose de espaldas hacia la puerta…
-Bill… - dijo, en tono de permiso… Este levantó una mano, y su hermano gemelo Tom, salió del cuarto, lanzándome una sonrisa de victoria…
Los apenas 3 minutos que nos quedamos mirándonos el uno al otro, se me hicieron completamente una eternidad…
Pero para contar lo que pasó a continuación, debo contar primero lo que pasó… Seis meses atrás…
Diario De Sandra, Primera página…
Si… ayer se fue, sin más… He estado viviendo la mejor semana de toda mi vida… Desde que le conocí por casualidad en aquel bar, cuando el pobrecillo me tiró sin querer su copa encima… Bueh… Cuantos recuerdos se me vienen a la cabeza…
Aquella mirada que me echó tras verme por primera vez, y antes de salir corriendo por la puerta de aquel lugar…
Lo que no se es realmente a qué espero… ¿Se ha ido…? ¿No?
Bueno, para que todo el mundo se entere bien…
Llevaba una semana saliendo con Bill Kaulitz, el cantante de la famosísima banda Tokio Hotel… aunque…. Bueno, quizá no debería decir saliendo…
Pasé la mejor semana de toda mi vida… Entre besos y abrazos, palabras bonitas, y tantos, tantos buenos momentos…
Realmente creía que estaba enamorado de mí… Si, pobre de mí, que estúpida, pensareis…
Aquel día, justo cuando hacía una semana que nos habíamos confesado nuestro amor mutuamente, llegamos al jardín de mi pequeña pero acogedora casa…
-Bueno… ¡Ya estamos aquí! – dije sonriente…
-Si… ¡Otra vez…! – me devolvió la sonrisa…
-En fin… Muchísimas gracias por otra de esas fantásticas y maravillosas tardes a tu lado… - le dije juntando las manos, y poniendo voz de princesita entusiasmada…
-Gracias a ti, por ser como eres, Sandra… - me dijo, con rostro serio pero sonriente, mientras me retiraba uno de los mechones de pelo que caían sobre mi rostro…
Era una tarde lluviosa, nublada y además fría… Muy fría…
El simple contacto de su piel con la mía, hizo que todo mi bello se ruborizara, mientras cerraba los ojos para sentir mejor todo aquello que el me transmitía…
Los abrí de golpe, al notar su fuerte mirada clavada en mí… Obviamente, se había dado cuenta…
Se acercó lentamente a mí, mientras sostenía mi cara entre sus manos…
Me miraba tan intensamente a los ojos, que ya empezaba a notar como me iba a desvanecer en apenas unos instantes…
Y lo hizo… Cerró los ojos, y me besó con intensidad… Lo había echo ya un par de veces… ¿Pero por qué aquella vez estaba siendo especial?
Eso mismo me preguntaba yo, mientras le devolvía aquel calido beso agarrándome de su cuello…
Presionó con más fuerza mis labios, y yo retrocedí unos pasos hacia atrás, chocando contra la pequeña puertecilla que daba paso a mi jardín…
Pero nada le detenía, y yo no iba a ser menos…
El frío que sentía segundos antes, estaba empezando a desvanecerse, al empezar a notar como el pegaba su cuerpo cada vez más al mío…
Se separó sin más, mirándome con mucho deseo a los ojos, y yo me giré… Me giré hacia la puerta y me apoyé en esta con las dos manos… Saqué las llaves de mi bolsillo derecho de la chaqueta y las metí en la cerradura, dando… una… dos… y tres vueltas, hasta que algo me rodeó la cintura por detrás… Volvía a ser el, que esta vez, empezó a rozar con su nariz, mi cuello…
De un lado hacia el otro, subiendo y bajando, desde detrás de la oreja hasta el borde del abrigo…
Notaba su aliento chocando contra mi cuello, y todo mi bello se erizaba sin control ninguno…
Posó sus labios sobre mi oreja, y mientras abría la pequeña puerta me dijo…
-Solo una puerta más… - y empezó a ejercer presión para que yo avanzase…
¡¡Y ASÍ LO HICE!!
Empecé a avanzar, dejándome llevar por su dulce voz, hasta que llegamos a la siguiente puerta…
Me giré y vi que el ya había cerrado la anterior, así que metí de nuevo la llave en la cerradura, y volví a dar otras tres vueltas…
Abrí la puerta, y encendí sin moverme un milímetro la luz…
Me quedé de pie, esperando…
Di un paso hacia el frente, y justo cuando iba a dar el segundo, algo me volvió a rodear la cintura, para girarme rápida y velozmente, mientras me besaba con pasión y lujuria, haciéndome entrar en la casa, y cerrando la puerta tras de mi…
El me volvió a empotrar contra la puerta, y esta vez sus besos empezaron a descender por mi mandíbula, llegando hasta el cuello…
¿Y que estaba pasando?
Exactamente lo que yo había deseado desde el primer momento en el que le conocí… Tenerle y hacerle mío…
Nuestros suspiros aumentaban por segundos, y el calor y la excitación cada vez era mayor…
Perdíamos fuerzas, lo que hacia que nos fuéramos escurriendo poco a poco hacia abajo…
Finalmente, y sin saber como, acabamos arrastrándonos hasta el sofá, mientras dejábamos un rastro de ropa por el camino…
Me colocó en el sofá, con mucha delicadeza, y se tumbó encima de mí, llenando de caricias y besos cada centímetro de mi cuerpo…
Poco después ya estaba todo echo, y yo disfrutaba con cada una de sus caricias sobre mi cuerpo desnudo, y cada uno de los besos que le realizaba al suyo…
Me sentía tan viva, y tan llena de pasión, que ni si quiera me estaba dando cuenta, de que estaba dejando de ser virgen, y que estaba realizando mi sueño en apenas unos días…
Por fin era mío… Por fin podía decir que mi vida iba cambiar por completo…
Finalmente, mientras el me sonreía, todo aquello acabó con un:
-Te quiero Sandra… - en mi oído…
Volvemos al presente…
Los apenas 3 minutos que nos quedamos mirándonos el uno al otro, se me hicieron completamente una eternidad…
Pero el los rompió, con una sonrisa, que dejó escapar acto seguido, un suspiro de alegría…
Seguía sin moverse, pero yo sabía que era por miedo a mi rechazo, y que prefería quedarse donde estaba antes de meter aún más la pata…
Me volvió a mirar con los ojos con los que me miró el último día…
-¿Sandra…? – preguntó, con un tono de emoción y melancolía en la voz…
-Bill… - le dije, mientras curvaba el labio hacia un lado, dejando ver una sonrisa de tristeza, y lejanía…
-Eres…tú… - volvió a repetir, con los ojos totalmente abiertos, y en relieve, por las lágrimas que empezaban a tomar presencia en ellos…
Menuda pregunta me acababa de hacer… ¿Qué si era yo?
…
FlasBack
A la mañana siguiente, cuando me desperté…
-Bill… - dije en voz baja… ¿Dónde diantres se había metido?
-¿Biill…? – volví a decir un poco más alto…
Volví a mirar a mí alrededor, y todas mis sospechas se confirmaron, cuando en la mesita que había junto al sofá, había una nota, con una rosa de mi jardín…
Me acerqué, mientras mi interior empezaba ya a sufrir, y una pequeña y cristalina lágrima empezaba a asomar por mi ojo…
Vales tanto, y significas tanto para mí…
¿Cómo explico yo ahora todo esto?
¿Qué puedo hacer para que me creas
después de la canallada que te estoy
haciendo?
Si por favor te voy a pedir algo, va a
ser que no creas nada extraño…
Yo no te he utilizado… ¡¡NI MUCHO
MENOS!!
Te quiero tantísimo…
Esta misma noche quería demostrarte
todas las cosas que fluyen en mi interior
hacia a ti…
Lo mucho que te extraño cada segundo
que no te tengo cerca…
Lo mucho que te amo, Sandra…
Siento irme sin más, pero sabes como es
todo esto… ¡Una asquerosidad!
Por favor, te pido perdón mil y una veces…
No me perdonaría jamás el que te
enfadaras conmigo…
Se lo que estás pensando…
¿Qué por qué?
¿Qué que mas me dará a mi
si te enfadas conmigo o no?
Pues si… Por que me importas como
me importan muy pocas cosas en este
mundo, y porque aunque no me creas…
Volveremos a vernos…
Y volveremos a estar juntos…
Hazme un favor… ¿Si?
Si me perdonas, ponte la pulsera que
te he dejado con esta carta…
La única pulsera que llevo diseñada
por mí mismo…
¡¡Te la regalo con todo mi alma!!
Alma que es tuya…
Ahora, y lo será por siempre…
Te quiero, Sandra…
Bill…
Doble el papel, sintiéndome a pesar de sus palabras una persona utilizada…
Pero el mismo lo había dicho, y así se iba a cumplir todo…
-Nos volveremos a ver, Bill Kaulitz… - dije en voz alta, perdiendo mi mirada en el horizonte…
Fin del FlasBack
-Eres…tú… - volvió a repetir, con los ojos totalmente abiertos, y en relieve, por las lágrimas que empezaban a tomar presencia en ellos…
Menuda pregunta me acababa de hacer… ¿Qué si era yo?
Solo había una forma de demostrarle quien era…
Doblé un poco la manga derecha de mi abrigo, y elevando el brazo, le enseñé una preciosa pulsera plateada, de cadenas, en la cual colgaba una chapa gruesa, en la que estaba gravado el nombre de:
“Bill Kaulitz”